Como un ave mensajera, el destino cumplió su función al posar en mi mente el interés por escribir esta novela, un día me dedique a pensar que hay más allá de los ambientes familiares en el mundo.
Censurando cualquier data nociva, me dedique a investigar las distintas realidades que resultan intrigantes y poco comunes pues en la sociedad existen familias cuales son consideradas extravagantes por sus particularidades, esta novela busca envolverte con la narración de Gioele, un joven proveniente de una familia dueña de Vinos Lombardi, una empresa vinera italiana, que además de tener abundantes recursos, guarda un gran secreto.
Posa tu vista lectora en esta historia cuya función es de darle colores a tu imaginación para recrear esta historia en tu mente, sin más preámbulos, vengo hacía ti con esta barca para que abras sus alas y navegues lucido en la fantasía.
Todo era diferente, o al menos lo pensaba.
El viaje familiar a Nueva York me dio inolvidables recuerdos, entre ellos el sabor del Cheesecake, el entorno de Central Park, la sonrisa cordial neoyorquina y mi papá disculpándose por doquier en inglés para luego jactarse de su bilingüismo ficticio, pero entre todas mis memorias siempre estará la vez en la cual fuimos al Empire State, encontré varias parejas que se comprometían, a eso le llamo amor a las alturas.
Aquellas vacaciones me llenaron de felicidad, pero como todo es finito, regresamos a nuestro hogar en Pisa, Italia.
Mi padre Bruno compró una casa grande que por cierto parece una de esas que se ven en las películas de terror, el ambiente lúgubre se siente a primera vista, sin embargo mi madre Monica se encargó de decorarla con un toque más victoriano, ¡porque antes se encontraba de espanto!, en fin hicimos lo de costumbre, como desempacar y colocar las cosas en su lugar, mientras lo hacíamos mi padre recibió una llamada, causante de la tristeza en nuestros corazones.
En el transcurso de la llamada el solo decía con sus ojos inundados:
-¿Enserio?, No puedo creerlo, ¿Se fue?, ¡Como puede pasarme esto!
Lo escuchaba desde el sillón de la sala principal, luego él nos llamó y nos sentó a todos: Mi mamá, Mi hermano Ignazio quien es mayor por diez años y se cree don juan, y yo.
Era más que notorio, nos traía un mensaje difícil de expresar, pues la muerte había perfumado a mi abuelo con aroma de eternidad.
Dos días después, fuimos a su funeral en Roma y allí estaba toda la familia y algunos empleados de la empresa, de la cual él fue fundador. Ese mismo día, vi a una chica pelirroja, que vestida de negro lloraba inconsolablemente, parecía una viuda. Me senté a su lado para consolarla, las palabras salían de mi boca acompañadas de sentimiento, luego me miró y en ese momento noté su rostro de rasgos finos y mirada atrapante, pero mis padres se iban y no pude decirle nada, solo un adiós.
Guarde el luto por unas semanas, hasta que entré de nuevo a la escuela, a la cual acostumbro a ir en motoneta. El sábado pasado seleccionaron al maestro, nada menos que el párroco de la capital, su religiosidad conservadora y sus advertencias mundanas eran el tema principal en sus cátedras, consideraba cualquier cosa un pecado, pero era un pedagogo preparado y un orador nato, en conclusión eso no me molestaba tanto, lo que si me fastidiaba era Mirna, la enamorada emprendida que tenía a mi lado, pasaba las clases mirándome con sus lentes redondos, vestida como si fuera candidata a monja y su pelo rubio ondulado que se arreglaba con sus moños de muñeca, de vez en cuando acostumbraba a escribirme cumplidos en hojas arrugadas, a pesar de eso, algo que mejoraba mis días en la institución era Bianca, la pelinegra epicúrea y radiante que recibía clases al lado, aunque no he conseguido hablarle, hoy estoy dispuesto a hacerlo.
Sonó el último campanazo de clases, un sublime signo de libertad, recogí mis útiles rápidamente antes de que Mirna pidiera su chance a casa y corrí a esperar a Bianca en la salida. Cuando salió agite la corbata del uniforme y me ajuste el cinturón, pero mientras caminaba hacia ella, corrió directamente hacia un chico, quien fue a recibirla en su automóvil, ¿Qué podía hacer?, al menos me conformo con mi scooter y la molesta Mirna.
Después de llevar a Mirna, fui a la Casa y almorcé con mi madre, de repente ella recibió una llamada de mi abuela Rebecca, aunque nunca la había conocido pues supuestamente mi abuelo era soltero. Ella recién había llegado de Roma y esperaba ser recibida por nuestra parte en el aeropuerto, pero papá trabajaba, Ignazio se encontraba en la Universidad y mamá tenía una cita médica, por lo tanto fue mi obligación ir a recibirla al aeropuerto de Pisa, mamá me dio la mesada semanal y tome un taxi, una vez llegué, fui a ver la zona de inmigración y no había alguna anciana, esperé media hora y fui al servicio del cliente para pedirle a la encargada que llame por el micrófono a Rebecca Lombardi, después de unos minutos pasa a mi lado la misma chica que vi el día del funeral, traté de disimular la mirada pero igual me ignoro, en el momento ella le dice a la encargada: “Si, soy Rebecca Lombardi”, me quedé asombrado, no podía creer que esa mujer tan joven, de silueta impresionante y de vestimenta elegante podría ser mi abuela, en vista de eso, le pregunte muy dudoso:
-¿Eres mi abuela?
No hay comentarios.:
Publicar un comentario