Por:
Rafael Pérez Campanelli, 2013.
Cuento Ganador del I Concurso de Cuento "Escribiendo el Caribe" organizado por la Institución "El Observatorio del Caribe Colombiano", realizado el 17 de octubre del 2014.
Dedicado a:
Mi abuelo Rafael por su herencia literaria.
Mi padre Rodrigo por su gran ayuda.
Mi madre Luz por su apoyo.
Demás familiares y amigos por su motivación.
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La vida se va tejiendo a través de historias que al narrarse nos hacen retornar momentáneamente al puente del pasado, y al recordarlas la nostalgia consume tu mente para luego no solo acordarte lo vivido sino lo sentido. Por esta razón es que valdría la pena conocer una de las tantas historias que abundan por las calles de un pueblo colombiano llamado Amboria, esta aconteció en la década de los cuarenta pero se ha ido desdibujando hasta cierto punto y mi compromiso será venirles a contar.
Érase una vez un hombre llamado Martín Villa, quien se desempeñaba como curandero, pero tenía una extravagante particularidad la cual era su magnífico don sanatorio, se dice que había sanado varias personas en su vida pero por motivos económicos decidió abandonar su ciudad de origen para asentarse en Amboria, desde su llegada fue bien recibido, pues en las tierras Amborienses sus habitantes se caracterizaban por su sociabilidad y gentileza a la hora de acoger extranjeros.
Un día se le dio la oportunidad para sanar a Concepción Agudelo una dama honoraria de la localidad que padecía de un tumor en su busto, al colocar este hombre la palma de su mano en el mismo, dijo las siguientes palabras: “Mal que has de tener, no lo dejes permanecer, toma esto y lo veras desaparecer”, luego le dio en su lengua dos gotas de un misterioso recipiente que guardaba, pero los espectadores no podían creer lo visto, aquella masa en forma de esfera se iba disminuyendo poco a poco hasta llegar al punto en donde se desapareció en su totalidad, concediéndole a Concepción una gran satisfacción y por consiguiente se le dibujo en su rostro una sonrisa e igualmente le dijo con una suave voz: “Gracias”.
El suceso se dio a conocer por todo el municipio, las familias más importantes de la localidad no podían creer la noticia y buscaban varias excusas para explicar sus extraordinarias técnicas curativas e incluso sospechaban que adentro de la municipalidad se hallaba un “Brujo”, pero solo era una suposición de parte de los religiosos, se sostiene que a lo largo de ese tiempo curo a más de veinte personas en una población de doscientas treinta y ellas daban fe de sus “poderes curativos”, él podía curar toda calamidad, desde intoxicaciones a enfermedades graves, el siempre hallaba la solución.
Sin embargo detrás de su fachada laboral, escondía uno de los vicios más letales a largo plazo y quizás el más criticado de su tiempo, el alcoholismo al cual recurría cada fin de semana en su taberna preferida “Guariflé” donde pasaba gran parte con sus amigos y además de consumir licor, conocía bellas mujeres con las cuales compartía espacio en su dormitorio.
Su popularidad creció tanto en el municipio que los médicos locales empezaban a fastidiarse cuando las dolencias de sus pacientes se salían de sus manos, ellos los abandonaban y recurrían al famoso curandero, él mismo al darse cuenta del aumento de su concurrencia, decidió incrementar su tarifa lo que por consiguiente hizo enriquecer sus bolsillos llegando a convertirse en uno de los hombres más adinerados de Amboria.
Los médicos comunes no podían dejar que la medicina tradicional llegase a bancarrota y por ese motivo se organizó un complot en un establecimiento cercano a la plaza principal donde se logró ingeniar una trampa que cambiaría radicalmente la vida de Villa, teniendo en cuenta su atracción hacia las mujeres de cabellera dorada y ojos azules.
El municipio lo elogió por su increíble talento al otorgarle un reconocimiento público en una de las fiestas patronales de octubre de ahí en adelante lo llamaban “Dr. Villa”, este obtuvo la atención de pacientes y algunas solteras de la localidad puesto que la popularidad de este curandero aumentaba más y más. Villa se dirigió hacia su taberna preferida en la noche para celebrar tal honor y así hablar con sus amigos pero también deleitarse con las damas que pasaban cerca; mientras platicaba con un amigo se le cayó su recipiente de cerveza y esta se derramo señalando casualmente en dirección a una dama que iba entrando al establecimiento, se quedó estupefacto al ver su clase al caminar, su amigo le pregunto que miraba y de repente le paso lo mismo, hasta que uno de los doctores de la localidad se sentó en aquella mesa y les hablo de esa mujer, su nombre era Úrsula Mercado, una mujer conocida en Amboria por su capacidad de seducción y su bella apariencia, sin embargo el Dr. Villa no sabía que esa señora le atraía el dinero más que el calor de cualquier hombre.
Villa cayó en la red y fue atrapado por el encanto de Úrsula, la cual conoció el curandero una noche en “Guariflé”, de ahí todo empezó en una amistad y posteriormente una relación amorosa pero de seguro la más criticada en el municipio, los amigos cercanos del curandero no podían permitir que su amigo se quedara con tal mujer mal hablada y trataron de ayudar pero el Dr. Villa no lo valoro y después terminó la amistad con la mayoría de ellos como dispuso su novia, ese tipo de obras le afectaron de gran forma, por eso se mostraba muy melancólico.
Muchas veces se preguntaba en su interior si alguna vez podía ser consumidor más que productor de su talento, ya tenía lo que siempre habría querido pues estaba a punto de decidir si partía en su búsqueda de la felicidad. A Martín Villa le llegó el momento de curar a uno de los miembros de la familia más poderosa de la localidad, era un reto para su labor y no podía dejarlo pasar. Antes de visitar aquella casa fue a su hogar con el fin de seleccionar sus mágicas herramientas, entre las más importantes están: su navaja conocida por participar en grandes curaciones como la del alcalde Samuel Castellanos cual atentado estuvo a punto de arrebatar su vida, su trapo verde oscuro que utilizó para detener la hemorragia del abad Francisco Ordoñez un cura crítico del ocultismo y practicas satánicas pues fue encontrado moribundo pero sin ninguna herida, en un bosque cercano al pueblo puesto que fue víctima de un hechizo por mano de la comunidad de brujas en la zona luciferina del pueblo.
Cuando llego Martín a su casa se percató al entrar en su cuarto que Úrsula estaba acostada en la cama con un vestido provocante y en su mano sostenía un licor del cual ella había añadido una pizca de la poción temporal que adquirió de las brujas del pueblo, ella convenció al curandero de acompañarla un rato y acceder a lo ofrecido.
A continuación Martín no se sentía preparado pero fue hacía la residencia de la familia Espinosa, al llegar fue recibido con rostros de preocupación y esperanza pues se sentían preocupados por el estado de Andrés Espinosa, el hijo mayor de Juan pues padecía de una fuerte alergia a causa de una picadura de abeja en su cuello, el curandero afanado decidió utilizar su trapo y colocarlo en la hinchazón, lo cual le funcionó pero el resultado fue momentáneo, los ojos de Andrés comunicaban sus últimos minutos consciente y tristemente fueron consumidos. Fue difícil para el curandero aceptar el aspecto de muerte que tenía su paciente y todos los familiares estaban presentes, excepto el padre del mismo.
Cuando llego el momento de decirle la triste noticia a Juan, quien lo escucho con mucha atención y reaccionó de manera incrédula hacía lo que decía el curandero, este se despidió y camino bajo el cielo nocturno por los sardineles del cementerio cercano pues quedaba cerca de su casa.
Juan Espinoza no soporto su ira encubierta de tristeza y se armó junto a sus dos camaradas para asesinar a Martín, estos en un instante ingresaron a un automóvil y vieron al curandero en menos de una calle no obstante para su mala suerte este vehículo escaseó de gasolina por lo consiguiente fueron obligados a perseguirlo a pie, mientras se acercaban Villa los noto por sus fuertes pasos y reaccionó del mismo modo, corriendo.
El sardinel parecía infinito ya que habían perseguido muchas cuadras al desdichado Martín sin embargo logro perder al primero en un cruce pues este se chocó con un poste, el segundo tropezó con un hueco poco notorio y también estuvo a punto de hacer caer al Dr. Villa, pero no se percató que había un callejón sin salida y fue acorralado por Juan Espinosa, este saco un cuchillo y apuntándolo dijo lo siguiente: “¡Esto es por dejar morir a mi hijo! ¡Fraude!”, Martín cerro sus ojos porque ya había asumido su muerte, Juan lanzo su cuchillo en una dirección certera y mortal pero mágicamente el cuerpo de Martín desapareció.
Luego apareció en su hogar no obstante Úrsula se había ido, él tenía más dudas que respuestas acerca de lo sucedido, pero no había más alternativa pues debería abandonar por su bien los terrenos de Amboria. Martín buscaba la felicidad como un borracho buscaba su casa, sabe que tiene una pero no sabía dónde, por lo tanto debía dejarlo todo para tener una nueva vida, sin peligros ni preocupaciones, así pues tomo sus maletas y algunos recursos y se despidió de estas tierras fantásticas.
Mientras tanto el inconsciente Andrés agonizaba en silencio, esperaba el momento de irse del mundo sin saberlo y la familia era su única compañía, ellos sabían que dejaría de respirar y su cabeza descansaría en la almohada por siempre, pero algo sorprendió a todos, el trapo puesto en el cuello de Andrés aclaro su color verde y sano la infección e hinchazón. Los Espinosa se quedaron impresionados como también su boca al abrirse por un largo rato, sabían que eso era obra del curandero.
El pequeño Andrés se sano y su papa entro al hogar con su mirada turbada porque vio a su hijo curado, lo que posteriormente hizo que lo abrazara, Juan rompió en llanto por su equivocación y miro al cielo con un rostro agradecido, desde ese día los Espinoza no volvieron a ser los mismos.
Desde la partida del curandero Amboria se sintió incompleta, fue triste para muchos el aceptar su ida, la medicina tradicional mejoró y Úrsula murió por tomar accidentalmente de su propio veneno, sin embargo todos recordaron la época donde vino desde lejos alguien que cambiaría la historia del municipio y que se fue inexplicablemente pero dejando en su casa una nota con las siguientes palabras:
“Muchos te ven, pocos te observan. Muchos te hablan, pocos te conocen. Muchos te alivian, pocos te curan. Aprendí sobre la fealdad y la pobreza, a veces existen personas tan felices que solo tienen lagrimas y personas tan pobres que únicamente poseen dinero. Me marcho, me voy porque me siento incompleto, la felicidad la he necesitado desde el momento en que la sentí irse. Así que vive cualquier momento de felicidad como si no lo recibieras otra vez, vívelo como si fueras a morir mañana, pero antes de morir no camines por la vida sin dejar huellas por donde has ido y no te olvides de aprender, porque debes hacerlo como si vivieras por siempre”.